“La logística en cuanto a químicos es complicada de manipular; tiene muchas restricciones”, afirma Melina. En esta entrevista, comparte su mirada sobre los desafíos del comercio exterior en la industria, la dependencia de insumos importados y el rol clave del abastecimiento en garantizar procesos seguros y eficientes.
¿Cómo se vincula el rubro químico con el comercio exterior?El rubro está muy ligado al comercio exterior. Se trata de una industria que depende mucho de la importación de insumos para poder producir localmente. En mi caso, gestiono productos químicos que se utilizan en distintos procesos industriales, y la logística para este tipo de carga es muy compleja por las restricciones y certificaciones que requiere. Los químicos están considerados productos sensibles, y eso exige un manejo cuidadoso y un cumplimiento estricto de normas internacionales y locales.
¿Se refleja esta complejidad en la demanda de insumos?Sí, sin duda. En Argentina la mayoría de los insumos químicos proviene del exterior, principalmente de China o Norteamérica, por una cuestión de calidad y disponibilidad. No hay mucha producción local de este tipo de insumos, por lo que la importación es esencial para mantener activa la cadena de abastecimiento.
En otros países la manipulación de químicos es más ágil, porque las terminales están mejor preparadas. Acá el proceso es más largo, y eso vuelve la logística aún más desafiante.
¿Notás efectos de la flexibilización en los procesos de importación?Sí, hubo una cierta apertura, sobre todo en lo que tiene que ver con insumos. Eso es positivo, porque permite sostener la producción y la industria nacional. Me parece fundamental que se sigan generando condiciones para facilitar el trabajo de quienes estamos en comercio exterior, porque es un área estratégica para todas las empresas, grandes o pequeñas. En la práctica, toda compañía utiliza comercio exterior en alguna medida, y entender eso ayuda a valorar la importancia del sector.
¿Qué dificultades persisten hoy en las operaciones de la industria química?Hay muchas cuestiones globales que impactan, como las demoras en las terminales o los trasbordos prolongados por conflictos entre países o falta de contenedores. A eso se suman los temas locales: certificaciones, intervenciones de organismos, burocracia documental. Todo eso puede hacer que algunas pymes pierdan competitividad, porque los procesos terminan siendo costosos o lentos. Las empresas grandes o multinacionales tienen más capacidad para sortear esos obstáculos, pero para las pequeñas sigue siendo un desafío.
¿Qué particularidades tiene el acondicionamiento de cargas en este sector?El acondicionamiento depende del tipo de producto. En general, se trabaja mucho con cargas a granel, en isotanques o IBCs, que luego se reacondicionan en depósitos locales para su redistribución.
Cada etapa del proceso requiere un control muy estricto, sobre todo en lo que respecta a la seguridad y el cumplimiento normativo. Es un trabajo que exige coordinación constante entre todas las partes involucradas.
¿Qué habilidades considerás clave para desempeñarte en comercio exterior?Creo que la principal es ser metódico. En comercio exterior todo requiere control: los tiempos, la documentación y los permisos. Hay muchos actores en cada operación, y un pequeño error puede tener consecuencias importantes. También es fundamental mantenerse actualizado: leer, informarse, conocer la coyuntura económica, el tipo de cambio, los acuerdos internacionales. Es una profesión que exige atención al detalle y capacidad para anticiparse a los imprevistos.
¿Qué reflexión te deja tu experiencia en este campo?Con el tiempo entendí la magnitud que tiene el comercio exterior en Argentina. Absolutamente todo está vinculado a él, en mayor o menor medida. Es un sector vital para sostener la industria y el empleo, y también una carrera muy dinámica, que te obliga a estar en movimiento, a pensar en soluciones y a trabajar en equipo. Me apasiona porque combina precisión técnica y visión estratégica.