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Encarcelado y torturado por el régimen iraní y firme candidato a los Oscar: la historia del director y la película que ha enamorado a Martin Scorsese

Hace ya unos meses que comenzó el ‘run-run’ sobre la temporada de premios y, en todos las quinielas, parece claro que Jafar Panahi estaría presente con su última película, ...

Hace ya unos meses que comenzó el ‘run-run’ sobre la temporada de premios y, en todos las quinielas, parece claro que Jafar Panahi estaría presente con su última película, Un simple accidente, al menos (casi seguro) en dos categorías, la de mejor director y la de mejor película internacional representando a Francia (parte de su producción es gala), ya que está vetado en su país de origen, Irán.

El director ha pasado, en ese sentido, un auténtico calvario y ha sido objeto de represión, persecución, encarcelamiento y censura pero, aun así, nunca ha dejado de rodar, aunque fuera en la más estricta clandestinidad.

La concesión de la Palma de Oro del Festival de Cannes a Un simple accidente, constituyó así un reconocimiento tanto cinematográfico como político por la resistencia del autor frente al régimen autoritario iraní.

La historia de resistencia de Jafar Panahi

Nacido en Mianeh, Irán, en 1960, Jafar Panahi es considerado una figura central de la nueva ola del cine iraní. Su carrera se ha caracterizado por una constante confrontación con las estructuras de poder de la República Islámica, lo que le ha valido tanto el reconocimiento internacional como la persecución estatal.

Desde sus inicios, Panahi mostró una inclinación por el arte y la narrativa: a los diez años escribió su primer libro, premiado en un concurso literario, y comenzó a experimentar con el cine en formato 8mm. Posteriormente, estudió dirección en la Universidad de Teherán y trabajó como asistente de Abbas Kiarostami en A través de los olivos (1994), antes de iniciar su propia filmografía.

El debut de Panahi como director, El globo blanco (1995), obtuvo la Cámara de Oro en Cannes, y su siguiente obra, El espejo (1997), fue galardonada con el Leopardo de Oro en Locarno.

Sin embargo, fue El círculo (2000) la película que consolidó su reputación internacional, al abordar de manera explícita la situación de las mujeres en Irán y recibir el León de Oro en Venecia. Esta obra, junto a otras como Sangre y oro (2003) y Offside (2006), le permitió a Panahi obtener los máximos galardones de los festivales de Cannes, Venecia y Berlín, convirtiéndose en el cuarto director en la historia en lograr tal hazaña.

La trayectoria de Jafar Panahi ha estado marcada por la represión. En 2009, fue arrestado durante el funeral de Neda Agha-Soltan, símbolo de las protestas electorales iraníes, y posteriormente se le prohibió salir del país.

En 2010, su detención en la prisión de Evin junto a familiares y amigos generó una ola de solidaridad internacional. Directores como Martín Scorsese o Steven Spielberg, así como organizaciones como Human Rights Watch y Amnistía Internacional, exigieron su liberación.

Tras una huelga de hambre de diez días y una fianza de 2.000 millones de riales (unos 150.000 euros), Panahi fue liberado, aunque en diciembre de ese año fue condenado a seis años de prisión y veinte de inhabilitación para hacer cine, viajar o conceder entrevistas, bajo la acusación de “actuar contra la seguridad nacional y hacer propaganda contra el estado”.

A pesar de estas restricciones, Panahi continuó filmando en la clandestinidad. Obras como Taxi Teherán y Los osos no existen (2022) evidencian su capacidad para sortear la censura y mantener una mirada crítica sobre la sociedad iraní.

‘Un simple accidente’, película que habla sobre la libertad

En Un simple accidente, el director retoma sus vivencias personales y las de otros reclusos para construir una narrativa que incluye cosas que le contaron en prisión. Sin embargo, también hay en ella cuestiones personales, como el terror que se puede sentir cuando un ruido te recuerda a la vida en la cárcel o los duros interrogatorios a los que fue sometido, con los ojos vendados, que incluían torturas.

La película, que combina drama y humor absurdo (muchos lo han comparado con la comedia de estirpe ‘berlanguiana’), refleja la idiosincrasia iraní y la imposibilidad del régimen de erradicar la alegría y el sentido del humor de su pueblo.

A pesar de todo, el director dice sentirse libre porque trabaja sobre el concepto de libertad. El director considera que la dignidad individual es una forma de resistencia frente a la opresión: “Si no sientes que eres libre y que puedes hacer lo que deseas, significa que has aceptado la doctrina de los que mandan. La ideología de los regímenes totalitarios no considera a las personas libres. Quieren encerrarlos como sea, controlar a las personas, al pueblo. Pero nuestra naturaleza no está encadenada, no está limitada. Yo quiero vivir libremente, y ese es mi mensaje: hay que vivir con libertad”.

Un simple accidente se estructura como una road movie en la que un grupo de disidentes se une para vengarse de un policía que los torturó en prisión. El filme explora la dificultad de romper el círculo de odio impuesto por el régimen.

El estilo de Jafar Panahi ha sido descrito como una variante iraní del neorrealismo, caracterizada por la inmediatez documental y una crítica social explícita.

En el pasado Festival de Nueva York, Martin Scorsese se deshizo en halagos hacia el director iraní y su última película, sentenciando que “nunca había visto nada igual”.

Fuente: https://www.infobae.com/espana/cultura/2025/10/21/encarcelado-y-torturado-por-el-regimen-irani-y-firme-candidato-al-oscar-al-mejor-director-la-historia-del-director-y-la-pelicula-que-ha-enamorado-a-martin-scorsese/

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