‘Spider-man’ y el mayor robo de la historia en un museo de Francia: cuadros valorados en 100 millones de euros y una experiencia paranormal en mitad del asalto
El reciente atraco al Museo del Louvre, donde han sido sustraídas nueve joyas de valor “inestimable”, ha sobrecogido a la comunidad artística internacional. Durante la mañana del domingo, ...
El reciente atraco al Museo del Louvre, donde han sido sustraídas nueve joyas de valor “inestimable”, ha sobrecogido a la comunidad artística internacional. Durante la mañana del domingo, uno de los espacios más célebres de la institución, la Galería Apolo, se ha visto profanado por un grupo de ladrones que, aprovechando la existencia de obras cerca de los muelles del Sena y la ausencia de vigilancia efectiva, han logrado introducirse en el museo, romper varias vitrinas y llevarse algunos tesoros pertenecientes a diferentes etapas históricas de Francia, incluyendo el imperio de Napoleón.
Con la investigación aún abierta, lo cierto es que este episodio ha reavivado el recuerdo del que se considera el mayor robo de arte de la historia del país: el asalto al Museo de Arte Moderno de la Ciudad de París en 2010, perpetrado por el hombre que pasaría a ser conocido como el ‘Spider-man’ de París, el prodigioso escalador Vjeran Tomic.
Un ladrón entrenado desde niñoLas raíces de Tomic como ladrón se encuentran en una infancia errante y solitaria. Según su propio relato recogido por The New Yorker, ya a los diez años ejecutó su primer robo en Bosnia, escalando a través de una ventana ubicada tres metros arriba de la acera para apropiarse de dos libros antiguos. Al regresar a París, su dominio sobre muros y tejados no tardó en traducirse en incursiones a apartamentos y viviendas acomodadas, junto al célebre cementerio de Père Lachaise.
En la adolescencia perfeccionó sus métodos y, hacia el año 2000, ya era capaz de utilizar una ballesta y cuerdas para acceder a apartamentos con sus ocupantes adentro, saliendo con obras de Renoir, Derain, Braque y Utrillo valoradas en más de un millón de euros. Sin embargo, habría que esperar hasta 2010 para que llegara su mayor golpe, el asalto del Museo de Arte Moderno.
Así realizó uno de los mayores golpes del sigloLa operación comenzó como una simple observación a través de una ventana. Tomic, hechizado por una pintura cubista, exteriorizó su confianza de que podría burlar el marco metálico de la ventana, cuya estructura había visto en situaciones anteriores. El trabajo de infiltración duró seis noches, en las que, poco a poco, fue debilitando los tornillos de esta superficie metálica.
Una vez cumplida esta parte, la madrugada del 20 de mayo de ese año penetró silenciosamente en el museo, sorteó los sensores de movimiento y retiró definitivamente el marco. Al ver que no saltaba ninguna alarma, procedió a hacerse con el botín: Naturaleza muerta con candelabro de Fernand Léger, una Pastoral de Henri Matisse, Mujer con abanico de Amedeo Modigliani, Paloma con guisantes de Pablo Picasso y Olivo cerca de l’Estaque, de Georges Braque.
Junto a estas cinco obras, valoradas en más de 100 millones de euros, Tomic se planteó la posibilidad de llevarse el cuadro Mujer de ojos azules, también de Modigliani. Sin embargo, tal y como afirma en su historia para The New Yorker, cuando se disponía a hacerlo tuvo lugar una experiencia prácticamente paranormal. La obra, cuenta el ladrón, le “habló” para advertirle: “Si me llevas, lo lamentarás el resto de tu vida”. Invadido de temor, desistió de tomarla y recogió, en su lugar, cinco obras maestras.
Nunca se han recuperado los cuadrosEl robo, valorado en más de 100 millones de euros, causó alarma internacional. La policía francesa, tras recibir la descripción de un testigo y seguir los indicios, tardó meses en atrapar a Tomic, quien parecía moverse con total tranquilidad y planeaba un golpe similar en el Centro Pompidou. Ni siquiera su desfachatada grabación en el buzón de voz (“Si quiere comprar cuadros u obras de arte, o joyas excepcionales, no dude en ponerse en contacto conmigo. Entre los muchos cuadros, hay cinco que son extremadamente caros”) provocó una actuación inmediata.
Lo que siguió fue una trama digna de novela negra: intermediarios como Jean Michel Corvez, galerista, y el relojero Yonathan Birn participaron en la custodia y el intento de reventa de los lienzos robados. Meses después, ya bajo presión policial, Birn afirmó haber destruido las obras y arrojado sus restos a la basura, una versión que muchos consideran improbable: “No sé por qué lo hice. Pensé que me seguían, que me espiaban, y decidí cometer lo irreparable”, declaró ante el tribunal, mientras sacudía el estrado entre sollozos. Fuera cierto o no, nunca se han recuperado las pinturas.
La historia, contada en un documental de NetflixEl juicio, celebrado en 2017, fascinó al público francés. Tomic, lejos de mostrar arrepentimiento, proclamó en la corte: “Esas pinturas, son de mi propiedad, son mis obras”. La fiscalía argumentó que el ladrón había robado arte “de toda la humanidad”, pero el aura de “ladrón virtuoso” o “artista del crimen” persistió en la prensa y en parte de la población, seducida por el hecho de que el robo, aunque monumental, no implicó ningún tipo de violencia física.
Condenado a ocho años de prisión, Tomic cumple su sentencia sin que hasta la fecha hayan aparecido los cuadros robados, mientras que Corvez y Birn recibieron siete y seis años, respectivamente, y una indemnización conjunta de 104 millones de euros al Ayuntamiento de París. Por otro lado, y según declaraciones de su actual pareja recogidas en el reportaje de The New Yorker, Tomic se dedica en prisión al dibujo y sueña con abrir un estudio de cerámica y escultura al salir en libertad. Su historia ha quedado también inmortalizada en el documental disponible en Netflix Vjeran Tomic: El ‘hombre araña’ de París.